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Edición 22

Cuatro sonetos de William Shakespeare



William Shakespeare es el mayor poeta de la lengua inglesa. Presentamos cuatro de sus sonetos. 

 

*Traducido por Roberto Pinzón (Bogotá , 1961). Estudió Matemáticas y Física en Los Andes (1978-1980), no terminó y “se salvó” de los títulos, pergaminos y diplomas que son hoy prácticamente la única forma de validar la propia existencia. Se convirtió en autodidacta y, por amor a la poesía, me he enseñado inglés, alemán, francés, italiano y portugués. Por último, trabaja hace 23 años en el ICC como corrector, traductor y editor. Su obra, toda inédita, abarca una novela, poesía (en español y en inglés), traducciones, obras de teatro y títeres, haiku y aforismos o escolios a la manera de Nicolás Gómez Dávila (cuya primera traducción autorizada al inglés le cupo el honor de hacer y ver publicada por Villegas).

 

 

 

 

Soneto XIX

 

Embota, voraz Tiempo, las garras del león,

y devore la tierra su dulzona progenie;

arranca los colmillos de la boca del tigre,

y sepulta al longevo fénix entre su sangre;

haz dichosas y aciagas edades a tu paso,

o lo que se te ocurra, Tiempo de pies veloces,

con este vasto mundo de deleites efímeros…

Mas un nefando crimen hay que yo te prohíbo:

no entalles con tus horas la frente de mi amada,

ni rayas allí traces con tu péñola antigua;

déjala en tu corriente durar incorruptible

para ser el modelo de las hembras futuras.

O bien, no me obedezcas, Tiempo: pese a tu injuria,

mi amada en estos versos vivirá siempre joven.

 

***

 

Sonnet XIX

 

Devouring Time, blunt thou the lion’s paws,

And make the earth devour her own sweet brood;

Pluck the keen teeth from the fierce tiger’s jaws,

And burn the long-lived phoenix in her blood;

Make glad and sorry seasons as thou fleet’st,

And do whate’er thou wilt, swift-footed Time,

To the wide world and all her fading sweets;

But I forbid thee one most heinous crime:

O, carve not with thy hours my love’s fair brow,

Nor draw no lines there with thine antique pen;

Him in thy course untainted do allow

For beauty’s pattern to succeeding men.

Yet, do thy worst, old Time: despite thy wrong,

My love shall in my verse ever live young.

 

 

 

 

Soneto XX*

 

Tu rostro de mujer Natura misma,

amo y señora de mi amor, pintó.

Pero en tu dulce corazón de hembra,

de volubilidad no hallo vestigios.

Tu mirada —cuán más resplandeciente

y cuánto menos falsa que la de ellas—

convierte en oro aquello que escudriña.

Todo un hombre, los ojos a todo hombre

robas, y a las mujeres las embobas…

Cuando ya te creaba femenino,

Natura se prendó y, a sí adaptándote,

de mí te arrebató dándote algo

que para mis anhelos vale nada.

Pero si te dotó para su goce,

para mí sea tu amor: de ellas, tus dotes.

 

***

 

Sonnet XX

 

A woman’s face with Nature’s own hand painted

Hast thou, the master-mistress of my passion;

A woman’s gentle heart, but not acquainted

With shifting change, as is false women’s fashion;

An eye more bright than theirs, less false in rolling,

Gilding the object whereupon it gazeth;

A man in hue, all hues in his controlling,

Much steals men’s eyes and women’s souls amazeth.

And for a woman wert thou first created;

Till Nature, as she wrought thee, fell a-doting,

And by addition me of thee defeated,

By adding one thing to my purpose nothing.

But since she prick’d thee out for women’s pleasure,

Mine be thy love and thy love’s use their treasure.

 

 

 

 

Soneto XXX

 

Si a las mudas sesiones del sutil pensamiento

los recuerdos invoco de las épocas idas,

por las cosas no halladas se me escapa un lamento

y de nuevo me aflige la ansiedad de otras vidas.

Y se ahogan mis ojos rara vez inundados

por preciosos amigos que en la muerte se esconden;

rectifico mis viejos amores insaldados,

y los ecos del alma sordos ya no responden.

Y me duelen de nuevo los dolores de ayer

y, de hueco en caída, tristemente repaso

de infortunios mi vida, cuyo lerdo entender

a pagar torno a precio de dolor puro y craso…

Mas si en ese preciso momento pienso en ti,

cesa el dolor y tengo todo lo que perdí.

 

***

 

Sonnet XXX

 

When to the sessions of sweet silent thought

I summon up remembrance of things past,

I sigh the lack of many a thing I sought,

And with old woes new wail my dear time’s waste:

Then can I drown an eye, unus’d to flow,

For precious friends hid in death’s dateless night,

And weep afresh love’s long since cancell’d woe,

And moan the expense of many a vanish’d sight:

Then can I grieve at grievances foregone,

And heavily from woe to woe tell o’er

The sad account of fore-bemoaned moan,

Which I new pay as if not paid before.

But if the while I think on thee, dear friend,

All losses are restor’d and sorrows end.

 

 

 

 

Soneto CXXX

 

Al sol no se asemejan los ojos de mi amante.

El coral es más rojo que el rojo de sus labios.

Si es la nieve blancura, son oscuros sus senos.

Y en su cabeza crecen cabellos como alambres.

He visto de Damasco rojas y blancas rosas,

pero no en sus mejillas encuentro rosas tales.

Y hay perfumes que encierran un superior encanto

al aliento que sale del cuerpo de mi amante.

Me encanta oírla hablar, aunque sé que la música

me depara sonidos mucho más agradables.

Admito no haber visto caminar a una diosa:

solo pisa en el piso, al caminar, mi amante.

Mas juzgo más preciosa, por el Cielo, a mi amada

que todo a lo que ella no ha de ser comparada.

 

***

 

Sonnet CXXX

 

My mistress’ eyes are nothing like the sun;

Coral is far more red than her lips’ red;

If snow be white, why then her breasts are dun;

If hairs be wires, black wires grow on her head.

I have seen roses damask’d, red and white,

But no such roses see I in her cheeks;

And in some perfumes is there more delight

Than in the breath that from my mistress reeks.

I love to hear her speak, yet well I know

That music hath a far more pleasing sound;

I grant I never saw a goddess go;

My mistress, when she walks, treads on the ground:

And yet, by heaven, I think my love as rare

As any she belied with false compare.

 

 

 

 

* Todos los sonetos de Shakespeare, como él mismo, son misteriosos. Hay quienes juran que Shakespeare era homosexual o bisexual y basan su certeza, por ejemplo, precisamente en el soneto 20, al parecer dedicado a un hombre de facciones femeninas (“tu rostro de mujer”) que subyuga al sujeto poemático (“amo y señora de mi amor”) y que atrae a ambos sexos (“los ojos a todo hombre robas, y a las mujeres las embobas”): mejor dicho, un “churro”, una obra maestra de la naturaleza, pues fue “Natura misma” quien “pintó” su faz. Este ser tan apuesto —o, mejor, “bonito”; mejor dicho, andrógino— tiene las virtudes pero no los defectos de las mujeres: un “dulce corazón” libre de “volubilidad”, una “mirada […] más resplandeciente [pero] menos falsa que la de ellas”. Parece que Natura iba a crear una mujer pero le estaba quedando tan hermosa que se enamoró de ella e —indudablemente femenina Ella misma— la “adaptó” agregándole “algo” que, para los “anhelos” del sujeto —que se muestra así menos concupiscente que platónico (“para mí sea tu amor: de ellas, tus dotes”)— no “vale nada”: ¿un “chichí”? Por algo, en el original aparece, disfrazada de verbo, la palabra prick (‘pinchazo’ o ‘púa’), que ya se imaginará el lector qué otra cosa significa.


Noticia Biográfica


William Shakespeare (1564, Stratford-upon-Avon, Warwickshire, Inglaterra—1616, Stratford-upon-Avon) fue un poeta, dramaturgo y actor inglés, considerado uno de los mayores escritores de la literatura occidental. Aunque sea más conocido por sus obras para teatro, también fue un prolífico poeta. En total, su obra reconocida se compone de 38 obras de teatro, 2 poemas narrativos, 154 sonetos y varios poemas dispersos. King Lear, Macbeth, The Tempest y Hamlet son algunas de sus obras más celebradas.



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