Edición 46
Charles Wright. Selección de "Lengua perdida. Poemas selectos"
*La traducción fue hecha por Adalber Salas (Caracas, 1987). Poeta, ensayista y traductor. Autor de los poemarios La arena, el vidrio (Editorial Equinoccio, 2008; Ediciones del Movimiento, 2015), Extranjero (bid&co. editor, 2010; Común Presencia, 2012), Suturas (bid&co. editor, 2011) y Heredar la tierra (Común Presencia, 2013). Asimismo, ha publicado el volumen Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana (bid&co. editor, 2013). Ganador del XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita por el volumen Salvoconducto (Valencia, Pre-Textos, 2015). También es coautor del libro Los días pasan y las formas regresan en torno a la obra del escultor Harry Abend. Han sido publicadas sus traducciones de El hombre atlántico, Agatha y Savannah Bay, libros de Marguerite Duras, Artaudlogía, selección de textos de Antonin Artaud, y Elogio de la creolidad de Bernabé, Chamoiseau y Confiant. Junto con Alejandro Sebastiani Verlezza curó la antología Poetas venezolanos contemporáneos. Tramas cruzadas, destinos comunes. Actualmente se desempeí±a como Co-Director de bid&co. editor, como miembro permanente del consejo de redacción de la Revista POESIA de la Universidad de Carabobo.
El cuerpo de la infancia
Esto que está amarrado a mi muñeca es una soga de estrellas.
Esto es un tren llevándose las inútiles huellas dactilares de los muertos.
No basta con cantar y empezar de nuevo.
No basta con ocultar el alfabeto
Y escuchar aguardando
mientras va y viene,
Manteniendo vivo el mundo,
Mis poemas ahora en una lengua
que finalmente comprendo,
Pequeñas tabletas de sal frotadas por el viento hasta suavizarse.
No basta con transformar las florituras.
(Agua profunda es lo que manifestarán los álbumes,
luz dentada y luego desdentada,
La luna arrastrando sus ganchos
A través de los lagos y el lecho de los mares.)
Esto es un labio de nieve y un labio de sangre.
Retrato del artista con Hart Crane
Venecia a finales de Agosto, afuera luego del almuerzo, y Hart
Está apagando su cigarrillo en una copa de vino,
Su rostro humedecido y antiséptico,
Un poco como la muerte o una nube suave.
La luz acuosa de su futuro todavía cuelga de la pérgola.
El tema de todos los poemas es el reloj,
Me parece, esas mínimas manos intocables que se cierran sobre nuestros pechos
Cada noche y se estiran cada mañana, dedo a dedo,
Bajo el nuevo peso del sol.
Un día más es un día menos.
Llevo ya varias semanas escribiendo este poema
Con un lápiz hecho de lluvia, borrando mi cara
Y la cara de mi amigo, elaborando un lenguaje en el que nada permanece.
La luz del sol no tiene tal deseo.
En los pequeños charcos de nuestras palabras, su oficio es el resplandor.
El otro lado del río
Es Pascua de nuevo, cae un pequeña lluvia
Sobre el ruiseñor y la mosca,
sobre el Chevrolet
y su alegría púrpura,
Sobre las antenas de TV apiñadas a lo largo de la colina–
Pascua de nuevo y las palmeras se encorvan
Profundamente bajo el peso de su carga,
los charcos oscuros reciben
Cualquier cosa que se les dé
Y nada se yergue más allá de sí mismo, sino a medias–
Pascua, con todas sus breves bocas abiertas dentro de la lluvia.
No hay metáforas para la desgracia de la primavera,
Sin importar cuánto se parezcan las hojas de la rosa a los corazones broncíneos
de las palomas,
Sin importar cuánto se pavoneen los ciruelos en el viento.
He pasado semanas pensando en el río Savannah,
Sin alguna razón en particular,
y los campos alrededor de Garnett durante el invierno,
En Carolina del Sur. Mi hermano y yo solíamos cazar
En Navidad,
Princess y Buddy trabajando en el maizal
Y el rostro de los pinos, con labios de enredadera
De lánguidos zigzags
Y las codornices, al despegar, estallando como balas de metralla
Entre los árboles y los matorrales nudosos
para desaparecer en el sotobosque,
Todo lo demás moviéndose como si estuviera bajo el agua,
Mi hermano y yo, las armas, los disparos tañendo desde lejos,
A través de la luz acuosa, filtrada por las ramas,
El sol de diciembre como un solitario pez tropical
De todos modos indiferente,
suspendido y quieto
Entre los troncos de coral de los árboles distantes, en su atardecer de perla.
No hay metáforas para nada de esto,
O el meta-clima de Abril,
Los brotes violeta como heridas profundas en medio de lo verde.
_____
Hablo del vínculo,
de armonías y estructuras
Y las distintas cosas que atan nuestras muñecas al pasado.
Aparece algo infinito tras todo lo demás
y luego desaparece.
Todo se trata de cómo
estreches las superficies.
Todo se trata de cómo encajes el cielo.
_____
A menudo, durante la noche, cuando las estrellas parecen estar tan cerca y tan
llenas como ahora
Y los árboles se inflan y desinflan como lo suelen hacer
cuando el viento es apropiado,
Como lo hacen ahora, después de la lluvia,
el mar lejos con su falso lustre,
Y allá lejos el cielo, esa negrura resbaladiza, goma húmeda,
Entonces tengo quince años de nuevo y estoy otra vez en el Monte Anne,
en Carolina del Norte,
Reparando la torre de vigilancia contra incendios,
Más nadie cerca, solamente el caballo que llevé conmigo,
y cinco días para terminar el trabajo.
Esas son las noches más largas que recuerdo,
El lago y el pabellón 3.000 pies hacia abajo,
como modelados con papel aluminio
E incluso más distantes,
Una vez apagado el último fuego, el reflejo del Lago Llewellyn,
Brillo de hojalata en la oscuridad esponjosa,
Luciérnagas por todas partes,
estrellas rechonchas
Balanceándose y cayendo cerca de mí, atadas a sus cordeles negros.
Estas noches son así,
El alfabeto plateado del mar
cada vez más difícil de transcribir,
Y más grande con cada nuevo año, todo más lejos, menos claro
De lo que quisiera,
sin tiempo suficiente para terminar el trabajo,
Y sonidos de golpes en la tierra,
Como si en algún lugar cercano un caballo pateara el suelo nerviosamente.
_____
Quiero sentarme a la orilla del río,
a la sombra de la siempreviva,
Y mirar el rostro de cualquier cosa,
esa cualquier cosa que me aguarda.
_____
Llega el momento en que todo empieza a hacerse polvo y borrarse
Más rápido de lo que parece,
cuando lo que tenemos para calmar la oscuridad
Es justamente ese polvo que está desapareciendo.
Hace veinticinco años, solía sentarme en este montón de piedras
Mientras el sol bajaba como una ofrenda a través de la veladura
Y las luces de la bahía de Monterey,
Y me pertenecía todo lo que podía pensar porque estaba numinosamente ahí
frente a mí, por todas partes,
Apareciendo y apilándose.
Así que haber llegado a esto,
a recordar lo que hice y lo que no hice,
Las gaviotas lloriqueando sobre el garaje de los botes,
las mariposas monarcas
Yendo a través de los jardines,
Y todos los suaves cabellos de la primavera irguiéndose en el viento
Y el sol, como siempre,
cayendo en su ranura sin un chasquido,
Es una corta vida de problemas.
Sentado al atardecer en el patio trasero
luego de la retrospectiva de Mondrian
La forma impone, la estructura permite–
la lenta destrucción de la forma
Para traerla hecha nuevamente, reorganizada,
Es el corazón duro de la iniciativa.
Bajo su camuflaje,
La luz, embaucadora incansable, travesti, junta y reparte.
Bajo su piel corta, arde la oscuridad.
Mondrian pensaba que el elemento destructivo en el arte
Había sido ignorado demasiadas veces.
El paisaje, por supuesto, lo busca salvajemente.
Y eso es lo que quería decir:
No puedes reconstruir sin incorporar la destrucción;
No hay esencia, a menos
que nada haya sido dejado a un lado.
La destrucción sucede para que el orden pueda existir.
Bastante simple.
La destrucción sucede en el punto de máxima lucidez.
Orate sine intermissione, indica San Pablo.
Ora ininterrumpidamente.
Los dioses y sus nombres han desaparecido.
Sólo quedan las nubes.
Mientras, las golondrinas dan vueltas, los murciélagos dan vueltas, las urracas
empiezan con sus negocios.
Es agosto.
El campo
Se reúne para el sacrificio, su lento
desvanecerse a lo largo de lo invisible,
Dejándole a la tierra su arquitectura de repliegues,
Líneas negras y espacios blancos, un vacío donde predominan azules y rojos.
Vea también: una selección de poemas de W. S. Merwin.
Noticia Biográfica
Charles Wright (Tennessee, 1935) es un poeta y crítico estadounidense. Su primer libro, The Grave of the Right Hand, fue publicado en 1970. Desde entonces ha publicado más de ocho colecciones de poesía y ha ganado premios como el National Book Award y el Pulitzer. En 2014 fue nombrado Poet Laurate de Estados Unidos.