Edición 35
Tres poemas de Ana María Enciso
Tu nombre
un murmullo,
no es tu nombre.
En la noche oscura
me he rendido
y te he nombrado
para llamarte.
Pero el nombre
sólo es niebla,
un manto
para intentar mirarte de soslayo.
Al que ya no duele
Un hilo rojo se ondula en el vacío
que nos encuentra a los dos.
Hecho éter intento plegarte
y llevarte de nuevo a tu hogar.
Tu casa es la nada que me habita,
no el mundo burdo de afuera.
En ella resuenan los ecos del mundo que caminas.
Un mundo hueco y roto,
de objetos vacíos como Dios,
sin medio ni modo,
sin fin ni fondo.
En tu casa de músicas calladas,
sin luz ni sombra,
vacía de agua y aire,
vacía de ti,
recorres la nada que me habita
vacía como Dios,
sin medio ni modo,
sin fin ni fondo.
En tu ausencia me igualo a Él.
A Melissa
Hay formas del horror que sólo encuentran su nombre luego, mucho después
de que la luz por la que se proyectaban
se ha ido.
Una sombra se cierne sobre la voluntad sorprendida,
inactiva, congelada.
Una voluntad ausente.
El tiempo detenido,
el silencio distorsionado por la neblina espesa,
la luz rajada por el zumbido de la estática.
Se deambula en el extrañamiento,
en el rechazo de un cuerpo desconocido,
enajenado de sí mismo.
La creación se entrega generosa a una mirada extraviada
que contempla el aparecer de las tristezas
en la superficie turbia del mundo.
La sombra del horror espera agazapada
a ser nombrada.
Vea también: una entrevista a José Manuel Arango.
Noticia Biográfica
Ana María Enciso Noguera (1991) es literata la Javeriana e hizo un Master en Estudios comparados de literatura, arte y pensamiento en la Universitat Pompeu Fabra. Es editora y periodista de la revista Artificio www.revistaartificio.com.