Edición 33
Poemas del 7mo Festival de Poesía en Chepén Chepén
Fredy Yezzed (Bogotá, Colombia, 1979). Poeta, escritor y defensor de Derechos Humanos. Después de un viaje de seis meses por Suramérica en 2008, se radicó en Buenos Aires, donde estudia el género del poema en prosa argentino. Tiene publicado los libros de poesía: “La sal de la locura”, (Premio Nacional de Poesía Macedonio Fernández, Buenos Aires, 2010; Editorial Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2014) y “El diario inédito del filósofo vienés Ludwig Wittgenstein” (Ediciones Del Dock, Buenos Aires, 2012). Como investigador literario escribió los estudios “Párrafos de aire: Primera antología del poema en prosa colombiano” (Editorial de la Universidad de Antioquia, Medellín, 2010) y “La risa del ahorcado: antología poética de Henry Luque Muñoz” (Editorial Universidad Javeriana, Bogotá, 2015).
¿QUIÉN ASEGURA QUE LA LOCURA NO ES UN INTENTO más de salir de la casa hundida? ¿Algo que está entre el hombre y el ser humano? Una ventana dentro de nuestra ventana. Algo que huye de nuestra costumbre de llamar el fuego, de humillar un árbol, de defecar sobre un ramo de niños.
¿Quién asegura que la locura no es ese deseo de acariciar los caballos, de abonar las plantas, de sentir correr agua limpia dentro del jarrón del alma? Quién negaría que la locura no es esa catástrofe tectónica del rozarse de dos células como dos rosas a las cuales les lleva tiempo acostumbrarse al olor del otoño, que deben dar el atlántico salto de una millonésima de milímetro más, que tienen en su sangre toda la responsabilidad de salvarnos. Y aún más: que no desean salvarse si no nos salvamos todos.
¿Acaso no se han dado cuenta? Los dioses no existen, pero estamos juntos. Somos dios, la noche, la esperanza.
Angélica Freitas (Pelotas, Rio Grande do Sul, Brasil, 1973). Ha publicado Rilke Shake (São Paulo: Cosac Naify, 2007) y um útero é do tamanho de um punho (São Paulo: Cosac Naify, 2013), libro que resultó finalista del Premio Portugal Telecom. Es editora, junto a Marília Garcia y Ricardo Domeneck, de la revista de poesía Modo de Usar (http://revistamododeusar.blogspot.com.es/).
En la bañera con Gertrude Stein
gertrude stein tiene un culo enorme llega adonde estoy
gertrude stein y cuando llega hace un ruido como si
alguien pasase un paño mojado en el frente de vidrio
enorme de un edificio público
gertrude stein de aquí para allá estás tú el pañito para lavar
detrás de la oreja es todo tuyo de aquí para allá estoy yo
el patito de goma es mío y así quedamos satisfechas
pero gertrude stein es presumida y le parece gracioso tirarse
un pedo debajo del agua eh, gertrude stein no es posible
que a alguien le guste tanto hacer burbujas
y en ese momento como la bañera es de ella saca el tapón
y me roba la toalla
y sale corriendo desnudo el culo enorme baja las escaleras
y gana las calles del st. germain-des-prés)
(Traducción de Cecilia Pavón)
Arehf Palacios (DF, México) Poeta joven, estudiante de Antropología en la Universidad de Guadalajara y quien ha participado en incontables concursos de poesía, por ejemplo en FIL Joven (2007 y 2008). Su Primer Poemario publicado se titula: VIAJE. Publicaciones Colectivas: Salve Luzbel (Ediciones el Viaje, 2015) y De Cartón Rueda, seis años en la necedad (Catarsis Cartonera, 2015); y Antología Las Palabras y el Viento (2014).
Deposita mi abuelo un arma en la mano de mi padre
mi abuelo, el de la hermosa voz borracha
que amorataba de llanto las noches conyugales
y afilaba sus puños
entre la soga y los cuernos del becerro
ese hombre, macho cabrío
progenitor de una estirpe estéril
aparéceme en un sueño desnudo
montado sobre un enorme toro negro
lleva en su mano izquierda
un abierto fruto rojo
y en la mano derecha
un pequeño cetro luminoso
deposita en mi mano un arma mi abuelo a través de mi padre
se trata de un ritual de paso:
hay que saber acabar con lo inmóvil
lo inservible, lo muerto debe quedar bien muerto
aunque mire con ojos lastimeros
aunque las lágrimas sean mutuo espejo
de ambos rostros,
un arma debe ser disparada
con la mano callosa de un hombre loco
ridículo charro y farsante teporocho
carnicero del espíritu fraternal envenenado
por la ira, reino y legado para su único vástago
mi abuelo deposita en mi mano un arma que es mi padre
Cristian De Nápoli (Buenos Aires, Argentina, 1972). Publicó los libros de poemas Límite bailable (1999); El ring (2004); Palitos de agua (2005, 2008); Los animales (2007) y El pueblo le canta a sus familias disfuncionales (2012). Integra la antología 53/70. Poesía argentina del siglo XXI (2015). Durante años coordinó el Festival de Poesía Latinoamericana Salida al Mar y dirigió la editorial de poesía Black & Vermelho. Es traductor de portugués e inglés. Administra el blog Salida al mar.
NU-BDP2
Porque viví un tiempo ahí
y hoy quiero acordarme de su forma.
Porque pudiendo estar en otro país
preferí NU-BDP2.
Porque empezó como un viaje
a un destino turístico
que tenía poca playa
y mucha vacación,
hermano de una ilusión
multiplicada a escala imprevisible,
viví en NU-BDP2.
Y nada era familiar
salvo el modo en que los otros turistas
me decían
andá a trabajar.
Eso aunque en NU-BDP2
yo trabajaba
todos los días.
Tenía mi motus animus continuus,
que así se llamaba
nuestra habitación
con vista a todo menos a cierto bajón
que viví.
Por eso le canto al lugar
donde perdí la conciencia
de mis actos.
Yo, en esas tierras,
me sentía nuevo y ligero.
Del puro algodón del sueño
las cosas pasaban.
Y las piedras
al costado
del camino
eran improvisadamente lindas.
Porque ahí viví
y era la música siempre
en armonía,
¿te acordás cuando caminábamos
lo suave que se sacudía
todo?
Era desayunar en cualquier plaza
mate o jugo de naranja,
de la orilla del mar ni hablar
porque, bueno, NU-BDP2 mar
no tenía. Pero esa selva
yo no la voy a dejar en el olvido
porque era el amor entero de las cosas
dando una ilusión natural
de amor invencible, geológico.
Amor sin una planta seca,
amor sin un insecto herido,
amor sin un animal desgarrado,
amor sin una piedra
partida en dos.
La música ante todo, aunque a veces
indefectiblemente
lejana. Hoy, cuando te levantás,
sola con lo sólido de tu desatención
¿desayunás tranquila? Fantaseabas
irte bien lejos de Buenos Aires.
Pero hay que salir, no huir
de Buenos Aires.
Huir de Buenos Aires es tema
de banda de verano.
Hoy, cuando te levantás,
¿adquiriste el don de estar tranquila?
¿Sos como esa chica que veo, ahora,
mateando debajo de un árbol
en Parque Lezica
y que parece que escucha música
y que se entiende bien
con sus cosas?
En fin, viví un tiempo ahí.
Un poco vos también.
Y cuando volví pensé traerte de regalo
una canción.
Porque no puedo odiar a quien tiene miedo
pensé que puedo regalarle una canción
a quien pocas veces canta.
Pero las canciones tienen una proyección
y yo ya no quiero
vivir en UN-BDP2.
Porque hay que tener un cuerpo enorme
para vivir en dos tiempos
y un cuerpo que quiere cambiar a otro
no tendría ni que toser.
Por eso, puedo regalarle una canción
a quien raramente canta.
Pero lo que quiero, si me preguntás
lo que realmente quiero,
es regalarte otra cosa:
una guitarra.
Victoria Guerrero (Lima, 1971). Poeta y doctora en Literatura. Cuatro de sus libros están en el compilatorio Documentos de barbarie (poesía 2002-2012). Publicó la novela corta Un golpe de dados (novelita sentimental pequeño-burguesa) en el 2015 y publicará este año el libro “En un mundo de abdicaciones”.
El texto empieza (o termina) “Eres una arrogante”
Las chicas toman cerveza en el bar de la esquina/ Son cultas e inteligentes/ Algunas han leído a los filósofos posestructuralistas
Pero eso a quién le importa
Algunas matarían por Anna Ajmátova o Marina Tsvetáeiva
Porque la tragedia es nuestra rutina y nos entregamos a ella con ansias
Y los rusos son nuestro horizonte
Hay otras que leen con avidez a la señorita Dickinson o se arruinan con la Woolf
Pero eso a quién le importa
Los chicos solo conocen a las damas/ a las feas ni las miran y se arruinan con las divas
Las chicas toman cerveza en el bar de la esquina/ son cultas e inteligentes y juegan con los hombres
Porque esa es la rutina que nos enseñaron
Y nos damos besos con ellos en las esquinas oscuras
Es sabido que algún corazón se hará añicos
Esperemos que no sea el de las chicas
Rocío Silva Santisteban Manrique (Lima 1963). Escritora, profesora universitaria, investigadora y periodista en temas de género, literatura, imaginarios y relaciones entre cultura y poder. Ha publicado seis libros de poesía Asuntos Circunstanciales (1984), Ese oficio no me gusta (1987), Mariposa Negra (1993, 1998), Condenado Amor (1995), Turbulencia (2005) y Las Hijas el Terror (2007), dos libros de relatos Me Perturbas (1994) y Reina del Manicomio (2013) y ha editado dos libros de estudios culturales El Combate de los Ángeles, Pontificia Universidad Católica, 1999 y Estudios Culturales (junto con G. Portocarrero, V.Vich y S. López-Maguiña), RED, 2001 y uno libro sobre literatura junto con Mariela Dreyfus Nadie sabe mis cosas: ensayos en torno a la poesía de Blanca Varela (Congreso del Perú, 2007).
BAvioLADA
Hoy la vi, fue casualidad
estaba en el bar, me miró al pasar
yo le sonreí y le quise hablar
me pidió que no
no, no, suéltame, déjame en paz
estás borracho
¿quién eres tú para hablarme así, perra?
que otra vez será, que otra vez será
tierno amanecer, sé que nunca más
aquí el que manda soy yo
como olvidar su pelo, como olvidar su aroma
como olvidar ese olor que sube por mi cuerpo
una babosa, pegajoso, leche agria
cerveza y vómito negro, rencor y cólera
si aún navega en sus labios el sabor de mi boca
sus pelos en mi boca, la arcada al fondo de mi garganta
y esa otra boca, la pistola
abre la boca mierda
entre mis piernas, saliéndose y metiéndose,
¡por qué no me matas de una vez!
cada chica que pase con un libro en la mano
me traerá tu nombre como aquel verano
¿su nombre?, ¿para qué?
era suboficial o teniente o no sé qué
porque ordenaba, les dijo, háganlo rápido
como yo y no se ensucien demasiado
entonces pasaron uno por uno, dos, tres
no más, por favor, no, no, déjenme morir
cuatro cinco seis
ya no, Dios, ya no, ya no
siete
estaba completamente muerta, muerta, muerta, ocho
fuiste mía un verano
ocho, fueron ocho
perra, ladra
solamente un verano
pero el olor lo tengo aquí
zumba en mi cabeza como rastrillo de metralla
qué asco
yo no olvido la playa ni aquel viejo café
nunca jamás, esos ojos
su huella me vuelve loca
ni tu voz ni tus pasos
se alejarán de mí.
Luis Fernando Chueca (Lima, 1965). Ha publicado los poemarios Rincones. Anatomía del tormento (1991), Animales de la casa (1996), Ritos funerarios (1998) y Contemplación de los cuerpos (2005). Ha escrito además numerosos ensayos sobre poesía peruana contemporánea. Integra el comité editor de Odumodneurtse. Periódico de poesía y de la revista de literatura Intermezzo Tropical.
DIFÍCIL mirar a los ojos
a quien lleva en el rostro escrita la condena
y ver de cerca las muecas de la muerte
Difícil tocar tu cara reventada a culatazos
la carne calcinada
pellejo hinchado o carcomido
Muerte por enfermedad
muerte por disparos
o muerte por el fuego que arde en la cocina
y en los huesos
Muerte que se pega al cuerpo y no lo suelta
Difícil oír tu risa enloquecida
atabales que golpean
hasta hacerse bramido insoportable
Difícil besar tu hediente cercanía
si llevas sobre el rostro
la condena
Difícil decir tu nombre en alta voz y repetirlo
Difícil dar un paso en esta tierra hueca
Efraín Altamirano Caceres (Cusco, 1985). Poeta, Músico, Activista, Performer e Ingeniero Civil. Estudió en el Conservatorio Nacional de Música, en Lima. Integrante de la Muestra de Poesía de la Fundación Yacana (2007), con el libro Al otro lado del Verso (Elefante Blanco Editores – 2012) y en la Antología Enero en la Palabra dirigido por el festival de Poesía del Sur Andino (Cusco – 2014 y 2015).
Mis poemas descansan tranquilas y tranquilos
y tranquilos y tranquilas esperan el momento para preguntar la hora
tienden la cama de mamá
ordenan la sala vacía como una mano que saluda
hay alegría entre sus espacios
que antes eran paredes
no intento escribir por ellos ellas
esto que ahora redacto ya me lo habían murmurado
mientras movían los muebles que no hay
pero ahí están
sucede que mis poemas
disfrutan hasta la cosquilla
esperan con paciencia de tiempo y amnesia casual
cuando la arena se termine
se dará vuelta esto que anhela convivir en el intento
y es cierto
luego de esperar…
no tengo idea.
Carol Andrea Cruzado Quintana (Laredo, Trujillo 1993). Es estudiante de Ciencias de la Comunicación, ha publicado “Materia” en el 2015, poemario artesanal que mereció el segundo puesto en los II juegos florales interuniversitarios “Jorge Díaz Herrera” 2012 (UNT). Actualmente reside en la ciudad de Chachapoyas con su pequeño hijo.
La forma tétrica
de ver tu cuerpo bajo la ducha
de ver el agua
navegar en el espacio
mojado tu pecho
mojado tu cabello
el agua
se desprende
mojando mi rostro
y mas tarde mi sexo
cuánta humedad aguantaré aquí
cuánta maldad en tu rostro
jugaremos y nos convertiremos
en seres perversos
pondremos fin a nuestros rezos
cantaremos fuerte
para que nuestros hijos duerman.
Leda Quintana Rondón (Lima, 1972). Es educadora, promotora de lectura y co-coordinadora pedagógica del proyecto “Escribir como lectores” (Fundación SM, Aele y Comunidades letradas). Participó del taller “Laboratorio de poesía” dirigido por la poeta Victoria Guerrero en la Librería Café del Fondo de Cultura Económica y ha participado en algunos recitales, como el II Festival de Poesía de Barranco. Actualmente enseña literatura en una escuela Waldorf, prepara la sistematización del proyecto “Aulas lectoras”de CPUR (Juliaca –Puno) y escribe poesía.
Martín en Chayara
El corazón de mi madre es una caverna
Allí nos guarecemos del frío
Mis hermanos y yo
Pétreo y celeste es el útero
Desde donde escribo este poema.
Madre remueve la tierra
Siembra en mí guijarros oscuros
Me riega con sus sudores
Quita mis malezas
Barbecha con cuidado mis surcos.
Yo crezco entre los molles
Con las voces de cedrones y retamas
Dibujo y abro ventanas en la cueva
Excavo túneles.
Me pierdo en los laberintos de Chayara
Allí queda la chacra de mis padres
Una cuesta de piedras donde escucho
Batallas de cerros, risas de acequias.
Allí empecé a leer mi tierra
Los silencios de mi cueva
Los abismos y sus constelaciones.
Santiago Vera Cubas (Lima, Perú). Poeta y miembro del colectivo de poesía Ánima Lisa. Es licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde se desempeña como docente. Ha publicado Volúmenes silenciosos (Taller la crema, 2012) y Libro de las opiniones (Paracaídas, 2014).
-No he visto nunca una sola palabra.
Decretos del triunvirato ablandan volcadas suficiencias
Y Entre los mástiles de nata Se desliza el orden.
Al fondo la ausencia de pared. No hay ni un zócalo que
Hierva horizontales ni amordace
Escudos paralelos.
La placa -herrumbre de la ausencia-
El tiempo en que no estábamos Aquí
No Había Muro
No Hay Muro
El tiempo en que no estábamos aquí Algo pasó
Algo de Paso pasó exhibiendo artillerías separando junturas a balazos
Asolando vacuas latitudes exterminando vacas
Bombardeándose los pies cuando al contrario procurábase acabar con multitud de allís
Y vientos
No he visto nunca una sola palabra
Ni al fondo Ni adentro Ni latiendo en el umbral del viaje
La finta del ocaso en la pared
No hay pared
No hay Muro
No he visto nunca una sola palabra
-¿Y?
Vea también: poemas de Clara Giraldo.
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