TEXTOS

Anterior
Volver al inicio
Siguiente


Edición 23

Un poema de C. L. Andrada



Matadero, 1957

 

Durante esa época

en mi garganta se mantení­a una afilada

intuición que de severa arraigaba,

incapaz de formar esa palabra, esa sombra.

De vieja, se esfumó. Me hablan

de una calma más grande que la vida.

Ahora recuerdo en estar yendo al matadero, cruzar

el Guadiana por el puente nuevo.

¿No te es familiar el gemido del párpado

al recibir el primer sol?

Como ví­scera chispea en la córnea.

 

Amo el amor de la nueva carne,

tripas de animales recién leí­das

—indiferente, llaga, hueso, ciego, error, inmóvil—

a mí­, me vale: corriente en la firma de los hombres.

Vi el alfabeto siendo migaja, un ápice más, hartazgo.

Vi la tiraní­a del momento como pellejo doblándome,

haciéndome trizas con apego,

aún codiciando el agobio del desdén.

 

(Si hubiera atravesado toda la carne.

Si hubiera estrujado mis debilidades,

estrujado con todas mis fuerzas,

devorando recuerdos.

 

             Pero no fue así­.)

 

 

Vea también:Viviana Abnur: poesí­a argentina


Noticia Biográfica


­ C.L. Andrada (Mérida, 1984). Licenciada en Filologí­a Hispánica. Ha sido editora adjunta del fanzine cultural Sara Mago. Ha publicado en la antologí­a Sangrantes (Origami, 2013). Es autora de Morfina aí±eja (Ediciones en Huida, 2016).



Articulos relacionados