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Edición 18

Claudio Archubi, cinco poemas



El futuro

 

Cierras los ojos:

Tu ciudad se vuelve más ní­tida a medida que el tiempo cae.

Así­ el pasado se adueña del futuro.

Ahora que has vuelto a dormirte sobre la playa, bajo el sol de invierno, sueñas que la ciudad a la que has regresado no existe y tú tampoco. Sientes frí­o. ¿Te has hundido demasiado lejos en el futuro?

Abres los ojos:

Tan lejos como un niño. Pero tu conciencia es de arena. Y ahora cubre tu cuerpo, extendiéndose sobre la costa desierta.

 

 

 

 

Arena

 

Observas. La que imitará a la estatua ha creado un juego: Uno a uno desnuda a sus hermanos y los cubre de arena (mientras esperan sentados en la playa vací­a).

Bajo las formas sobresalen narices y orejas.

Ella corre de un lugar a otro tocando las pilas de arena que el viento adelgaza hasta darles apariencias casi humanas (Abraza una pila vací­a que se disuelve: ahí­ dentro estoy yo, dice).

¿Quién fue amado?, preguntará, cuando el viento frí­o los descubra.

 

 

 

 

El libro y el sol

 

Ahora estás de pie, bajo el sol frí­o, frente a la casa cerrada que perteneció a tus abuelos.

 

Un cansancio antiguo parecí­a atravesar a tu abuela cuando por la noche, después de cerrar esa casa, retiraba la mano de tu hombro y abandonaba tus ojos para fijar los suyos en un libro. Te dejaba levemente desprotegido, quizá para que aprendieras lo que es el mundo de afuera, señalándote con su silencio que las palabras eran ventanas que aprenderí­as a abrir y a cerrar respetuosamente, hasta que llegase tu momento de saltar por ellas hacia el amor o hacia el final del amor, descubriendo que ambos caminos son necesarios para dejarse rozar por la verdad, aquella que alguna vez estuvo sobre tu hombro, y que luego siempre estarí­a por encima de ti, sobrevolándote como un águila a su dueño que por buscarla mirando insistentemente el sol se ha quedado ciego.

 

 

 

 

El billar gol

 

El más maravilloso regalo que tu padre te hizo lo viste aparecer lentamente desde la nada a partir de una plancha de terciado, cuatro tablillas y numerosos corchos. Duradero, raro, humilde, claro y preciso. Comprenderí­as después que su mejor regalo no era ese sorprendente juego similar al billar, ese que te permitirí­a compartir tantas tardes bajo el sol del porche con los demás chicos del barrio, sino la posibilidad de verlo aparecer en la penumbra del garaje, poco a poco, bajo el esfuerzo y la paciencia de sus manos, como una enigmática ofrenda, enseñándote en silencio, de una vez y para siempre, cómo nace y para qué nace la belleza.

 

 

 

 

El faro

 

El faro es el lugar de todos los poemas. Te das cuenta que nunca lo has visitado. Decides ir esta vez, y mientras te acercas, piensas en tu madre que creció en el puerto. Entrar en el faro es entrar en la infancia de tu madre, te dices, una que dando vueltas se convierte en la tuya. Pero la puerta está cerrada. El faro no funciona porque el motor que hace girar la luz se ha roto.

 

Te quedas parado sobre la arena mirándolo mientras oscurece.

 

La ciudad se va encendiendo, pero el faro no.

La ciudad entera es el faro; su luz perdida, tu infancia.


Noticia Biográfica


Claudio Archubi (Mar del Plata, 1971). Publicaciones suyas han aparecido en medios gráficos y virtuales de México, Perú, Colombia, Chile, Portugal y Espaí±a. Ha participado en varios festivales internacionales de poesí­a. Mención única de honor en el concurso de poesí­a de la editorial Ruinas Circulares (2012) y menciones en cuento y poesí­a (2014). Publicó “La forma del agua” (cuentos, ed. de la Universidad de La Plata, 2010), “Siete maneras de decir tristeza” (poemas en prosa, Lima, 2011), “Sí­sifo en el Norte” (poemas en prosa, ed. Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012) y “La casa sin sombra” (poema en prosa, Buenos Aires, 2014) y “La ciudad vací­a” (Maldonado, Uruguay, 2015).



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