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Edición 44

Dos poemas de Salustio González



Sobre Salustio González Rincones

 

                                                            Por Juan Calzadilla

 

La obra poética de Salustio González Rincones es considerada por algunos críticos literarios como la de mayor audacia lingüistica y la más innovadora entre las que, opuestas a la hegemonía del  Modernismo de Rubén Darío, y surgidas de éste,  precedieron al movimiento vanguardista de la década  de los años  cuarenta en la poesía venezolana.

 

Miembro de la generación de La Alborada (1909-1910) e integrante de una cofradía de dramaturgos  en la que figuraban, además, Rómulo Gallegos, Henrique Soublette y Julio Rosales, Salustio es autor de tres poemarios escritos todos en 1907 a los 21 años de edad: Caminos noveles, Las cascadas asesinas y Llamaradas blancas. Esta inusual empresa editorial, que causó gran impacto entre sus compañeros de generación, no encontró respaldo de los medios y cayó en el vacío hasta permanecer olvidada y desconocida desde la fecha de la aparición de los tres libros, hasta  1976, cuando fuera rescatada la obra poética de Salustio y lanzada de forma antológica (Monte Ávila Editores) por el periodista y crítico literario Jesús Sanoja Hernández.

 

La ciudad     Lejos

 

Los siempres techos.  Los postes viejos.

 

Agudos árboles; sauces verdejos.

 

Lejos.    Lejos.

 

Por su parte, Salustio mismo no le dio importancia a su logro literario y  persistió en consagrarse a la dramaturgia, género en el que se estrenó en 1909, con Sombras, pieza en 4 actos dedicada a la tragedia del científico Rafael Rangel y montada en el Teatro Municipal de Caracas.  Salustio escribió tres obras teatrales más,  en una de las cuales  hace protagonista al famoso  anarquista catalán Ferrer fusilado por el gobierno español en 1912. De haberla montado hubiera representado para nuestro dramaturgo su consagración plena en el mundo del teatro social.

 

A fines de 1909  Salustio había embarcado en La Guaira en un paquebote  rumbo a Barcelona de España para reencontrarse con sus amigos de Caracas,  Rafael Monasterios   y Armando Reverón, en la Escuela de La lonja, donde éstos ya figuraban inscritos.

 

Ante la dificultad de hallar editores en España para su empresa, Salustio decide trasladarse a París a principios de 1912 y aquí se consagrará al periodismo cultural, enviando sus crónicas a diarios de Caracas que le reportan sumas miserables con las cuales no puede mantenerse en la capital francesa sin la ayuda de sus camaradas de La alborada.

 

Tras aceptar formar parte del cuerpo diplomático venezolano en Europa y  con ello abrazar la causa del dictador Juan Vicente Gómez, Salustio pone fin, por lo que se sabe hasta ahora, a su carrera literaria.

 

En 1933, a los  46 años, se produce su muerte a bordo de la Goleta Caribia, en pleno trayecto, cuando hacía “el viaje de retorno al país natal”.

 

    

A lo lejos, palabras

 

Quemaron con el odio

rojo del fuego

el Sauce.

Las ramas son carbones.

Hojas hábiles

corren

lúgubres por el Suelo.

 

El Sauce era tan viejo.

Ya ni nidos,

ni luceros,

ni aroma de vida bajo los aguaceros.

Su savia se había ido,

al Cielo

con los Ventarrones.

¿Su Savia se había ido?

…en los vientos bufones…!

Sauce muerto.

Sauce

muerto. El blanco cauce

del Riachuelo tuerto

tiene la lóbrega acuarela del tronco muerto.

 

Ni estrellas. Ni Lunas.

Solo Ranas algunas

en los Charcos que protegiste

con tu galante sombra triste;

 

Algunas

brunas.

Huiste

en humo. Como enorme incienso.

 

Intenso

Oro: Crepúsculo.

ORO minúsculo

Del Lucero. ORO.

Cabras en coro.

Cabras en coro.

–– muchas cabras.

A lo lejos palabras,

Voces que ignoro.

 

Sauce; saucines crecen.

Los vientos los estremecen.

Cuando anochecen

las arboledas,

se mojan en sombras.

 

Sombras

Sedas

que desaparecen en el camino

ebrio de vueltas, como un molino.

 

El Río. El Sauce. El Lucero.

Frío

corre en su cauce

el Riachuelo tan vocinglero.

El Lucero,

El Sauce, El Río.

 

Lo quemaron

con el Odio (Blanco nublado)

rojo del fuego.

Los sauces parece sollozaron

(Esplendían los carbones)

en genuflexiones.

Hábiles hojas corren.

¿Era un ruego?

 

            Ignoro

de Crepúsculo todo el oro.

La Luna.

Parece hoja seca

            Vieja,

oportuna esa campana. Sor, Hermana

Luna, Sor hermana…

 

 

 

 

Los caminos descoloridos

 

Los caminos descoloridos.

El bárbaro

escote que la Montaña

hace al Cielo tranquilo.

Escaso

el bosque reseco se destaca.

Camino. Caminos.

Crónica eflorescencia

blanca

de Nubes en el Monte aparejan.

Tienen movimientos cándidos de Llama.

 

ORO

de caminos. ORO de

caminos. ORO de caminos.

En el Pozo:

asidua el agua verde

Fácil como un silbido,

    un hilo

de Telaraña por el Sendero desteñido

crece,

¿Un hilo…

 

Es una hoja,

en la brisa floja

…la brisa…

Moja-

das las copas de Cielo

y claridades anchas.

Vuelo

de Golondrinas

– vivo como Llamas

negras i azules.

– y blancas nubes tras los postes que al suelo asestan sus cruces.

 

Nubes en la Montaña van de bruces.

Vuelo de Caminos

por el Monte. Lo rayan

de rayas.

de finas

rayas oxidadas

— Si la Luna los alumbrara…!

 

En el fondo claro

del Cielo

blanco

hay el Luto vivo de un cuervo rápido.

— Es el Cielo tan pálido…

Sueño. Sueño.

Sueño inmenso

del Cielo.

Por el Monte

con vagancias de neblina

un son de campana,

la paz asesina.

Va hasta el horizonte

O! fuerte Campana larga…

O! Golondrina…

O! campana…

…las nubes agólpanse como irrisiones.

 

Estrecho

camino

descolorido,

tanto, que iluminas el cerro

de vértigo.

En los Crepúsculos

maduros,

suena tu blancura

larga.

 

— Con siempre austeridad de búho

    luce tu blancura

    poco

pálida

en la Mañana.

– en Ella, que fuga como el agua.

        ORO

de Mañanas. ORO de

Mañanas. ORO de las Mañanas –


Noticia Biográfica


Juan Calzadilla (Altagracia de Orituco, 1931) es un poeta, pintor y crítico de arte venezolano. Cofundó el grupo contestatario de vanguardia El techo de la ballena. En 1996 fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas de Venezuela. También se le otorgó el Premio Nacional del Libro (2016) y el Premio Nacional de Literatura de Venezuela (2017).



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