Edición 6
Ana Lafferranderie: seis poemas
Hablo sin dirección y de a ratitos callo
mientras el aire impacta la ventana.
Escucho algo deslizarse en la terraza,
mis pensamientos
asoman breves, la inquietud los cohíbe
de pronto sé
es una de esas tardes
una espiral volviendo a sus inicios
la forma recelosa de saberse perder,
nada
se hará concreto excepto recordar
que el más pequeño movimiento es tiempo.
***
Todo lo que ahora niegues va a temblar.
Es tan delgado el hilo que se enhebra
con la vista prendida en el instante.
Tu forma de estar en el mundo
alguna vez se irá, cualquiera sea.
Podés soltar el botón de la blusa,
buscar tu imagen en el reflejo del vidrio,
imaginar los meses que vendrán
con la avidez de querer llegar a todo:
van a seguir pasando nubes a punto de caer.
Nubes y pájaros,
y cada partícula del mundo en su único trayecto.
***
Vuelve mi voz, ¿qué persigue?
¿develar la inabarcable suma,
lo que trajina el cuerpo, la raíz
de lo que digo, el sabor
de otras uvas en las uvas
y el ánimo de esa
pequeñísima hoja del árbol que cambia?
¿Qué es esta urgencia por decir, querer decir?
¿qué marcas de la memoria empujan
detrás de lo que creo saber de mí?
Esta palabra vuelve a surgir en algún sitio
¿en qué agua?
y ese temor a quedar en silencio, continuar distraída
¿será el impulso que cada vez dispara
la insistencia de hablarme?
***
Todo convive aquí, todo desplaza:
la quietud receptiva de una silla,
la grieta del primer escalón.
La trampa de contar los minutos,
cada mañana de ir y venir.
Un gesto que es el mismo y no parece
esa ventana que se empieza a entornar.
El poema de Strand,
las palabras que cambian el rumbo de una idea,
esta confianza que no sé retener.
Cada pregunta que no develaría
el motivo de estar,
eso que insiste, flota comprimido
la esquina donde se agolpa el mundo
se agolpa hasta caer.
Y el deseo, ese otro yo que expande sus sentidos
hace de mí esta nuca que gira,
una energía tibia que me ablanda
y la señal de alerta que frenaba
tu cuerpo sumergido,
el modo íntimo que se vuelve altavoz.
Ahora esta leyenda,
esa memoria de parir sin cuerpo.
Un foco blanco sobre todas las cosas,
el duelo de aceptar tu forma,
cualquier influjo de próximas palabras,
la mirada
que vuelve sobre el tiempo,
el tiempo que no es.
***
Esto en verdad no avanza
el polen y el tallo
caen en un lugar centrífugo.
La vida ocurre en un eje suficiente
no va hacia adelante, cambia en su lugar
mientras el corazón se arrima a lo que ansía
encuentra un nuevo paisaje de palabras
o se rinde al letargo.
***
No permanece, mueve sus condiciones
cambia a cada momento como la luz
como aquella que viste desde el puente
por donde ibas con la soga suelta.
Esto no se detiene, apenas se establece
mientras la sombra de lo que es
y lo que pudo ser se aúnan,
cada elemento conjugado ablanda su posición.
Solo eso, y la voz
que insiste en atenuar
y el ejercicio de llegar a tiempo
a frenar las pequeñas desolaciones.
Noticia Biográfica
Ana Lafferranderie es uruguayo-argentina. Nació en Montevideo en 1969. Vive en Buenos Aires desde 1990, aí±o en que se radicó en Buenos Aires para estudiar la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la UBA. Ha desarrollado desde entonces trabajos periodísticos y de investigación. Sus primeros poemas fueron publicados en revistas y en diversas antologías entre los aí±os 2002 y 2005. En el 2007 publicó El cielo tácito, por la editorial Sigamos enamoradas. En el 2012, Volcar la cuna por Ediciones del dock, libro que le valió el primer premio del Fondo Nacional de las Artes de Argentina 2011. Su tercer libro, Día primero, se publicará durante el 2015 por la misma editorial. Poemas suyos han sido traducidos al inglés y al portugués, publicados en Holanda, Estados Unidos y Brasil. Durante los aí±os 2005 y 2010 co-organizó el Ciclo de Poesía de la Librería Fedro, en el barrio San Telmo de Buenos Aires.