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Edición 13

Noviembre 13 de 1985



I

 

Una silenciosa peregrinación

evadió el saludo de la avalancha.

Niños con antorchas

y cruces como sonámbulos

que buscaran su madre más allá de la sombra.

Mujeres que a la vez buscaran a sus hijos

dispersos en el río

como fragmentos de una carta de la desesperanza.

Quienes iban a morir la vieron pasar

sin mirarlos.

El abuelo desenfundó la guitarra

y le cantó una canción que hablaba

de amores perdidos.

Se despidió con la mano y tarareó

estas palabras que escribo

hasta hundirse en el horizonte.

 

 

 

 

II

 

Desde el fondo de un agua de pies y apretadas bocas humanas,

los perros alcanzan a olernos y se retuercen

como peces olvidados.

 

Si sobrevivieran,

habría que juntar candela con los huesos de los muertos para calentarlos.

 

 

 

 

III

                                                            “De lo alto me llaman. Es mi madre, siempre su voz de luz…”

                                                            Tomás de Grandmontaigne

 

Ante el ojo de luz del tren

una mujer sintió en su vientre

cómo el miedo se llevaba las manos al rostro.

Su pequeña lámpara

desapareció en la mirada imponente del gigante

que se detuvo a tiempo

pero, al parpadear, fue empujada

hacia la noche por un relámpago de lava.

 

 

 

 

IV

 

El tiempo, como ceniza de un volcán inoportuno,

apagó las velas.

Las hojas del cafetal murieron con su rastro.

 

El jeep de la niñez va siendo empujado al fondo del abismo.

Se oye chirriar su moho descendiendo y explotar

como un grito viejo.

 

Al camposanto donde ayer estaba el pueblo

llegué tarde y sin memoria

caminando sobre el lodo que no fue mío, nunca.

 

 

 

 

V

 

La muchacha entregó su primera luna al viejo desconocido

porque sabía que iba a ser la última.

Antes de desnudarse toda sintió el temblor

que le abría camino entre las piernas

y su gemido se confundió con el crujir de la casa agonizante.

 

La muerte bajó de la montaña,

salió del río,

anduvo por el pueblo midiendo sus pasos

y cuando sorprendió desde la puerta a los amantes,

salió al corredor a fumarse un cigarrillo.


Noticia Biográfica


Albeiro Montoya Guiral nació en Santa Rosa de Cabal en 1986. Es autor del libro de poemas Una vida en una noche, Monterrey, El Canto del Libro Ediciones (2015). Sus versos aparecen en la muestra de poesí­a colombo-peruana En tierras del cóndor, Bogotá, Taller de Edición Rocca (2014), y otros textos suyos en revistas electrónicas de Chile y Argentina. 



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