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Edición 55

"Cuando os llame el amor, seguidlo": Antología de seis poetas árabes



Publicamos la siguiente muestra de poesía árabe sobre el amor gracias al apoyo del Instituto de Cultura Árabe de Colombia.

 

Por: Odette Yidi David (Internacionalista e investigadora. Co-fundadora y Directora Ejecutiva del Instituto de Cultura Árabe de Colombia.)

 

 

El amor es el vehículo a través del cual haremos este fascinante recorrido por la poesía del mundo árabe, una región compuesta por veintidós países que juntos configuran un complejo y rico mosaico cultural, lingüístico, étnico, histórico, político y artístico. El amor, gran motor y protagonista de las diversas expresiones artísticas y de carácter universal adquiere matices propios y apasionados en el Medio Oriente y el Norte de África: el idioma árabe –un gran contribuyente a nuestro español– designa a través de la tradición poética catorce etapas o términos para describir y escribir al amor épico y mítico de las poesías. Estos términos no son estrictamente sinónimos y varían según la intensidad del sentimiento: al hawa (atracción), al sabwa (entretenimiento), al shaghaf (pasión), al wajd (preocupación), al kalaf (encaprichamiento), al oushq (adoración), al najwa (angustia), al shawq (añoranza), al wasab (dolor intenso), al istikana (sumisión), al wudd (simpatía), al kholla (unificación), al gharam (fervor) y al hoyam (locura). En el árabe del día a día encontramos más palabras para describir al amor, como por ejemplo hob, de la que deriva la famosa expresión habibi, que quiere decir mi amado.

 

En gran medida, el idioma árabe se desarrolló durante sus primeras etapas a través de la tradición poética y oral que floreció en la península arábiga inclusive antes de la llegada del islam, y la estandarización y adopción del idioma por los pueblos de la zona. Es así como la poesía se consolida como la forma de expresión más antigua de la literatura árabe, originada aproximadamente en el siglo XI d.C. La tradición poética árabe se divide en la poesía preislámica y en la poesía posterior al islam. La primera forma se caracteriza por la elocuencia de los versos, el romanticismo y la nostalgia; la segunda, por servir como la base del estudio de la lingüística árabe cuya máxima expresión es el Corán, libro sagrado de la religión del islam y escrito casi que de forma poética– de ahí que se facilita su memorización.

 

***

 

Nuestro recorrido poético inicia con Mahmud Darwish, poeta y literato palestino nacido en Birwa, una pequeña aldea árabe al este de la mítica ciudad de Acre. Darwish es considerado como el “poeta nacional palestino”, pues desde muy joven se refugia en el lenguaje para plasmar su propia identidad y la de su pueblo; una forma de reivindicación política e inclusive existencial en respuesta  a las realidades políticas, de guerra, ocupación, exilio y refugio que experimenta a lo largo de su vida. A unos kilómetros al norte de Birwa, encontramos en el antiguo asentamiento fenicio de Bisharri, la cuna del “poeta del exilio”, el libanés Gibran Jalil Gibran: viajero, filósofo, pintor, novelista y hasta profeta; pues sus escritos permeados por la espiritualidad y el misticismo —en especial su monumental obra de 1923 titulad El profeta— le valieron el título honorífico de “profeta del Oriente”.

 

Al sur-oriente de Bisshari nos convoca desde la majestuosa Damasco el poeta y político sirio Nizar Qabbani, conocido en sus primeros y prolíficos años como el “poeta de las mujeres”, pues le escribía (no sin desatar polémicas sociales) a la sexualidad y al amor. La realidad de su entorno pronto lo inclina hacia otra musa de inspiración: la libertad, y con inmortalidad en sus palabras, le escribe luego a la patria, los oprimidos y las revoluciones. Viajando en dirección hacia el oriente, nos cautiva Irak, cuna de las civilizaciones y la escritura, y con su pluma bilingüe árabe-español, el poeta e hispanista iraquí Muhsin Al Ramli nos recuerda que “en Irak hay más poetas que soldados, más poemas que armas…Y nuestra arma más eficaz es la poesía. Es nuestra arma de expresión masiva”[2]. De Irak nos transportamos, en tiempo y espacio, al génesis: en la península arábiga del siglo VII, donde según reza la tradición popular árabe, vivió un poeta beduino llamado Qais ibn Al-Mulawah pero apodado Majnun (loco) por el amor descomunal e incontrolable que sentía por la joven Layla (noche), a la cual le era imposible tener por la oposición y rivalidad de sus familias. Esta obra de influencia sufí habla del amor místico, eterno, trágico y virgen, ha influenciado la cultura de civilizaciones cercanas como la persa, e inclusive a artistas en Occidente a través de los siglos.

 

Para finalizar este recorrido atemporal y siempre vigente, arribamos a una dulce voz que desde nuestra latitud occidental y costa caribeña, evoca otras épocas y otras tierras: la inolvidable Olga Chams Eljach, más conocida como Meira Delmar. Hija de la migración árabe a Colombia– más exactamente libanesa– Meira escribe poesía desde una temprana edad– ¿será su memoria genética? – y con ella exalta al amor profundo, frágil y apasionado. Su poema “Raíz antigua” hace parte de la antología poética árabe-español “Diez poemas colombianos”, publicada por la Embajada de Colombia en el Líbano en el 2015.

 

Esta breve pero provocativa antología es un humilde intento de transmitir, a través del amor como lenguaje universal, los sentires del mundo árabe. Los poemas siguientes corresponden a una minúscula fracción de la gran tradición poética que ha trascendido los siglos, guerras, gentes, mares, desiertos y oasis; y anhela acercar al lector curioso y desprevenido a un mundo de fascinantes rimas, tradiciones, lamentos y cantos, que aunque parezca lejano, cada vez, un poema a la vez, se vuelve más cercano y familiar.

 

 

 

 

Mahmud Darwish (Palestina, 1941 – 2008)

 

Lecciones del Kamasutra

 

Con la copa engastada de lapislázuli

la espero,

junto al estanque, el agua de colonia y la tarde

la espero,

con la paciencia del caballo preparado para los senderos de la montaña

la espero,

con la elegancia del príncipe refinado y bello

la espero,

con siete almohadas rellenas de nubes ligeras

la espero,

con el fuego del penetrante incienso femenino

la espero,

con el perfume masculino del sándalo en el lomo de los caballos

la espero.

No te impacientes. Si llega tarde

espérala

y si llega antes de tiempo

espérala,

y no asustes al pájaro posado en sus trenzas.

Espérala,

para que se sienta tranquila como el jardín en plena floración.

Espérala

para que respire este aire extraño en su corazón.

Espérala

para que se suba la falda y aparezcan sus piernas nube a nube.

Espérala

y llévala a una ventana para que vea una luna bañada en leche.

Espérala

y ofrécele el agua antes que el vino, no

mires el par de perdices dormidas en su pecho.

Espérala

y roza suavemente su mano cuando

poses la copa en el mármol,

como si le quitaras el peso del rocío.

Espérala

y habla con ella como la flauta

con la temerosa cuerda del violín,

como si fuérais dos testigos de lo que os reserva el mañana.

Espérala

y pule su noche anillo a anillo.

Espérala

hasta que la noche te diga:

no quedáis más que vosotros dos en el mundo.

Entonces llévala con dulzura a tu muerte deseada

y espérala.

 

 

 

 

Gibran Jalil Gibran (Líbano, 1883-1931)

 

El amor

 

Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:

Cuando el amor os llame, seguidlo.

Y cuando su camino sea duro y difícil.

Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.

Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce nuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.

 

Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.

Así como os acrece, así os poda.

Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.

 

Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.

Os desgarra para desnudaros.

Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.

Os pulveriza hasta volveros blancos.

Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.

Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.

 

Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.

 

Pero si, en vuestro miedo, buscáreis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.

Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.

El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.

El amor no posee ni es poseído.

Porque el amor es suficiente para el amor.

 

Cuando améis no debéis decir: “Dios está en mi corazón”, sino más bien: “Yo estoy en el corazón de.Dios.”

Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.

 

El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.

Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:

Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.

Saber del dolor de la demasiada ternura.

Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.

Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.

Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer.

Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.

 

 

 

 

Nizar Qabbani (Siria, 1923 – 1998)

 

Una mujer camina dentro de mí

 

Nadie ha leído mi taza

sin que sepa que eres mi amada,

nadie ha estudiado las rayas de mi mano

sin que descubra las cuatro letras de tu nombre.

Todo se puede negar

salvo el olor de la mujer amada,

todo se puede disimular

salvo los pasos de la mujer que se mueve dentro de nosotros,

todo se puede discutir

salvo tu feminidad. 

 

Dónde ocultarte, amor mío?

Si somos dos bosques que arden,

y todas las cámaras de televisión están fijas en nosotros.

¿Dónde esconderte, amor mío?

Si todos los periodistas quieren convertirte

en la estrella de las portadas,

y a mí en un héroe griego

y en un escándalo gráfico.

 

Dónde llevarte?

¿Dónde me llevarás?

Si todos los cafés conocen de memoria nuestra cara,

todos los hoteles conocen de memoria nuestro nombre

y todas las aceras conocen de memoria la música de nuestros pasos.

Estamos al descubierto como una terraza marina

y nos observan como a dos peces dorados

en una vasija de cristal. 

 

Nadie ha leído mis poemas sobre ti

sin que conozca las fuentes de mi lenguaje,

nadie ha viajado en mis libros

sin que llegue sano y salvo al puerto de tus ojos.

No hay nadie a quien haya dado mi dirección

que no se dirija hacia tus labios.

Nadie abre mis cajones

sin que te encuentre allí, dormida cual mariposa.

Nadie ha desenterrado mis hojas

sin que conozca la historia de tu vida.  

 

Enséñame una forma

de encerrarte en la ta marbuta*

e impedirte salir.

Enséñame a dibujar en torno a tus pechos

un círculo violeta

e impedirlos volar.

Enséñame una forma de retenerte, como el punto y aparte,

enséñame una forma de caminar bajo la lluvia de tus ojos sin mojarme,

oler tu cuerpo, perfumado con especias de la India, sin marearme,

y despeñarme desde las elevadas cumbres de tus pechos

sin estrellarme…  

 

Levanta la mano de mis pequeñas costumbres,

de mis pequeñas cosas,

de la pluma con la que escribo,

de las hojas en las que hago garabatos,

del llavero que porto,

del café que sorbo

y de las corbatas que poseo.

Levanta la mano de mi escritura:

no es lógico que escriba con tus dedos

y respire con tus pulmones.

No es lógico que me ría con tus labios

ni que tú llores con mis ojos. 

 

Siéntate conmigo un momento

para tornar la vista al mapa del amor que trazaste

con la dureza de un conquistador mongol

y el egoísmo de una mujer que ordena a un hombre:

“Sé. Y será”.

Háblame con democracia;

en mi país, los varones de la cábila

practican el juego de la represión política,

y no quiero que practiques conmigo

el juego de la represión sentimental.

 

Siéntate para que veamos

dónde está la frontera entre tus ojos

y mi tristeza,

dónde comienzan tus aguas territoriales

y termina mi sangre..

Siéntate para acordar

en qué parte de mi cuerpo

se detendrán tus conquistas

y a qué hora de la noche

comenzarán tus algaradas.  

 

Siéntate conmigo un momento

para acordar una forma de amar

en la que no seas mi esclava

ni yo una pequeña posesión

en la lista de tus colonias

que no cesa, desde el siglo diecisiete,

de reivindicar ante tus pechos la liberación.

Pero no escuchan,

no escuchan.

 

*Letra árabe que, generalmente marca el femenino.

 

 

 

 

Muhsin Al Ramli (Irak, 1967)

 

Amor

 

Un corazón que oculta sus latidos

no puede amar.

Dispara tus latidos

aunque sea hacia la sombra de una mujer.

Ofrece tu corazón a las heridas

de las espadas de pasión.

El corazón las vencerá

y las guerras del desgaste podrán despejarse

dejando una bandera de amor,

aunque sea la sombra de una bandera

… hipotética.

 

 

 

 

Una mujer única

 

Soy incapaz de confiscar tu aflojamiento

Gira tus pechos

hacia otro lado.

Eres mi cómplice en criticar este mundo y

eres feroz,

por eso tengo miedo al quererte.

No voy a buscar tu amor

a pesar de que mi amor te busca

y preguntaré hasta el día de mi muerte:

Quién eres tú?

Tengo miedo de tu amor,

no voy a buscar tu amor

a pesar de que mi amor te busca,

a pesar de que eres a quien yo quiero.

 

 

 

 

Meira Delmar (Colombia, 1922 – 2009)

 

Raíz antigua

 

No es de ahora este amor.

 

No es en nosotros

donde empieza a sentirse enamorado

este amor por amor, que nada espera.

Este vago misterio que nos vuelve

habitantes de niebla entre los otros.

Este desposeído

amor, sin tardes que nos miren juntos

a través de los trigos derramados

como un viento de oro por la tierra,

este extraño

amor,

de frío y llama,

de nieve y sol,

que nos tomó la vida,

a leve, sigiloso, a espaldas nuestras,

en tanto que tú y yo, los distraídos,

mirábamos pasar nubes y rosas

en el torrente azul de la mañana.

No es de ahora. No.

De lejos vine

-de un silencio de siglos,

de un instante

en que tuvimos otros nombre y otra

sangre fugaz nos inundó las venas-,

este amor por amor,

este sollozo

donde estamos perdidos en querernos

como en un laberinto iluminado.

 

 

 

 

Qais ibn Al-Mulawah (siglo VII d.C.)

 

El lamento de Majnun

 

Soy tuyo, por muy lejos que estés de mí.

Tu pena, cuando sufres, me da pesar a mí.

No hay soplo de viento que no me traiga tu perfume.

No hay pájaro canoro que no pronuncie tu nombre.

 

Cada recuerdo que ha dejado su huella en mí,

permanece enteramente como si fuera parte de mí.

No te demores, no sea que me encuentres muerto.

Atrapada por el lobo, la oveja oye demasiado tarde

cómo la flauta del pastor llora por su cruel destino.

 

Abrasándome de sed, busco en vano en el cielo

la nube que traiga la salvadora lluvia.

Me atormentas cruelmente,

pero mientras viva tu belleza

me hace amarte y perdonar.

 

Yo soy el candil, tú eres el sol;

tu poder triunfa de mi luz declinante.

El fuego tiene envidia del resplandor de tus ojos;

los tulipanes y las rocas se marchitan al verte.

¿Separarnos? ¡Nunca!

De rodillas te profeso amor y devoción,

fiel hasta la muerte.

Atormentado, soporto tus golpes con resignación;

tuya, si muero, será la sangre que corra.

 

¿Quién soy yo, tan lejos de ti y sin embargo tan cerca?

Un mendigo que canta. Layla ¿me oyes?

 

Libre del trabajo arduo de la vida,

mi soledad, mi pena y mi aflicción son para mí felicidad.

Y, sediento, en la corriente del dolor me ahogo.

Hijo del sol, padezco hambre por la noche.

Aunque separadas, nuestras dos almas amantes se unen,

pues la mía es toda tuya y la tuya es mía.

 

Dos enigmas somos para el mundo,

uno responde al hondo lamento del otro.

Pero, si nuestra separación nos divide en dos,

una luz radiante nos envuelve en común,

como procedentes de otro mundo.

Lo que allí es uno, aquí está separado.

 

No obstante, si bien los cuerpos se separan,

las almas libremente vagan y se comunican.

Yo viviré para siempre:

compartiendo tu vida por toda la eternidad,

yo viviré si tú permaneces contigo.

[1] Internacionalista e investigadora. Co-fundadora y Directora Ejecutiva del Instituto de Cultura Árabe de Colombia.

 

[2] Cita tomada de http://www.arquitrave.com/archivo_revista/Arquitrave36.pdf


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